Recientes:

A Betsy la secuestraron Los Zetas y un militar la ejecuto

Su asesino no es cualquier uniformado, era un teniente de la Sedena, quien no dudó en ejecutar a los plagiadores de la joven de 15 años y a la fémina herida.

El ambiente en la casa de Betsy Rodríguez no era el ideal. Tenía 15 años cuando salió corriendo de su casa durante un episodio de violencia intrafamiliar y ya no volvió, pero no porque no quisiera, sino porque se la llevaron.

Los hechos ocurrieron a finales de abril del 2013 en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Los Zetas fueron quienes la levantaron.

Por ello, Carla, la madre de Betsy, presentó una denuncia ante las autoridades estatales, sin embargo, en el Ministerio Público no la ayudaron, sólo le decían que volviera después, que esperara cierto plazo para denunciar.

Incluso, la mujer les llevó a las autoridades dos fotografías enormes para que la buscaran, pero no lo hicieron.

La desesperación hizo que la buscara por su cuenta. Acudió a los halcones de Los Zetas para que le dieran información sobre Betsy, les rogaba, se les hincaba para que le dijeran algo. Los vigilantes sólo le decían que, en el mejor de los casos, la estarían prostituyendo.

La madre fue a lugares donde los halcones le referían podía estar "trabajando", no tuvo suerte.

Sin embargo, la búsqueda no duró mucho. Ocho días después de que se la llevaron, las autoridades le llamaron para informarle que su hija había aparecido, pero sin vida.

Cuando Carla llegó al Servicio Médico Forense (SEMEFO) a reconocer el cuerpo, estaba cubierto con una sábana.


Las autoridades le dijeron que había muerto en un accidente automovilístico en una persecución entre criminales y militares.

Pero el cuerpo de Betsy decía otra cosa, cuando la mujer inspeccionó a su hija difunta se dio cuenta que tenía agujeros de bala en su cara.

Por ello, se negó a llevarse a su hija hasta que le explicaran que había sucedido en realidad.

Carla tuvo acceso al expediente militar de los hechos, donde detalla lo que sucedió en aquel día donde su hija murió.

Los hombres que se llevaron a Betsy viajaban en un Tsuru hacía la salida a Monterrey, Nuevo León, donde se encontraba un retén militar.

Los criminales no se detuvieron, lo que provocó una persecución con los militares, misma que terminó cuando el vehículo donde viajaba la menor de volcó.

Uno de los captores huyó del lugar, pero los otros dos y Betsy se encontraban heridos por el accidente.

Uno de los militares se acercó y habló con la niña, ella le rogaba que llamara a su mamá.


Betsy tenía un hombro dislocado, estaba golpeada y tenía dos cortadas en los muslos, del lado interno de las piernas. La quinceañera quedó sentada junto a la rueda trasera, apoyada al carro donde la trasladaban sus secuestradores.

El uniformado no dijo más sino que esperara a que llegara la Cruz Roja. Pero antes que la ambulancia arribó el teniente César Eleuterio Chávez Soto.

Quien sin mediar palabra disparo contra los sujetos que quedaron en el lugar. Luego se acercó a Betsy y le disparo en cuatro ocasiones, pero no murió, al percatarse de ello, el teniente le disparó tres veces más. Así murió.

Varios militares fueron los que vieron a César Eleuterio Chávez Soto disparando contra la mujer de 15 años. Incluso, unos detallan que antes de su ejecución ella gritó: "¡A mí no, a mí no, por favor!".

Y los que no lo vieron, si recuerdan escuchar las detonaciones. Uno declara: "Cuando vi lo que había hecho el teniente Chávez Soto me dije a mí mismo, 'éste ya la regó'".

Chávez Soto no integraba el convoy de vehículos que persiguió al carro donde viajaba Betsy, sino que estaba en otra patrulla, lejos del lugar.

El teniente venía escuchando una radio en donde, según decía, había interceptado una señal del crimen organizado.

Otro de los militares testigos señala que tras finalizar la persecución Eleuterio Chávez le dijo a personal militar que cerraran las calles, luego llamó al teniente Portela, encargado del convoy de la persecución y le dijo "mátelos comando, mátelos o los mato".

Por su fuera poco, el teniente también altero la escena del crimen. Un cabo militar confesó que Eleuterio Chávez le ordenó que recogiera los casquillos que salieron de su arma y se deshiciera de ellos.

Actualmente, César Eleuterio Chávez Soto está preso en el Campo Militar número 1 de la Ciudad de México, desde abril de ese año.

Está acusado de homicidio y alteración de la escena del crimen.

La justicia militar lo condenó por los delitos, pero en la justicia penal no se logra aún que se emita un auto de formal prisión contra el militar, que provocaría la pérdida de sus fueros, así como los privilegios de estar recluido en una prisión militar.